Tallado por el efímero río Tsauchab, este estrecho cañón se extiende aproximadamente un kilómetro de largo y hasta 30 metros de profundidad, revelando capas de roca sedimentaria que cambian de tono con la luz. Recorrer su sinuoso pasaje es relativamente fácil, aunque es esencial llevar calzado resistente. En meses más lluviosos pueden quedar pozas poco profundas, ofreciendo un espectáculo refrescante en una región generalmente árida. Las visitas a primera hora de la mañana o al final de la tarde revelan marcados contrastes de sombras y colores, permitiendo una exploración más íntima en esos momentos. Ten en cuenta la limitada disponibilidad de agua y las altas temperaturas; lleva suficientes suministros. Es común combinar la visita al cañón con el cercano Sossusvlei, ya que ambos destinos capturan la belleza surreal de los paisajes desérticos de Namibia.
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