Rodeado por el frondoso Parque Rural de Anaga, este bosque de laurisilva cubierto de musgo sumerge a los excursionistas en un paisaje de cuento de hadas con troncos retorcidos y constante niebla. Se requiere un permiso para acceder a ciertas zonas, por lo que es necesario planificar con anticipación y reservar en línea. Los senderos serpentean entre densos helechos y fragantes lauros, ofreciendo dificultad moderada y terrenos resbaladizos en algunos tramos—se recomienda calzado resistente. La zona alberga una multitud de flora y fauna endémicas, convirtiéndola en un paraíso para los amantes de la naturaleza y los fotógrafos. Se aconseja visitar temprano en la mañana para disfrutar del místico neblina antes de la llegada de multitudes. Recuerda respetar las normas de conservación y llevar contigo cualquier basura para ayudar a preservar este tesoro ecológico.
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